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Historia del transporte de mercancías en España
Todo profesional con trabajo de chófer de camión que trabaja en el transporte de mercancías debe conocer la historia de su sector. Hoy os vamos a contar una síntesis de la historia del transporte de mercancías en España.
Aunque con cada avance que tiene lugar cueste más imaginarlo, existió una época en que la producción y el consumo tenían base local y, de vez en cuando, a esos productos se les podía agregar algún elemento relativamente exótico proveniente de rutas comerciales o caravanas militares. A los municipios costeros llegaban por mar barcos cargados con materias primas más remotas, lo que siempre ha dotado a estos enclaves de más diversidad de gama de productos.
Con el paso del tiempo se fue incrementando la dependencia del exterior y en este contexto, hasta la llegada de la Revolución Industrial, la mayor parte del transporte de mercancías entre medias y largas distancias se reducía a mulos y caballos de carga por senderos y a carabelas por ríos y mares.
El triunfo de la Revolución Industrial supuso una mejora en el transporte de mercancías y de personas, con la introducción del ferrocarril. Este medio de transporte, nacido con el combustible de la máquina de vapor, estableció principios logísticos como la seguridad, la rapidez, la eficiencia y la frecuencia. Si bien, la industrialización que arrancó a finales del siglo XVIII, en nuestro país no comenzó hasta ya iniciado el siglo XIX, alcanzando su auge a mediados de dicho siglo, lo que explica que tuviéramos que esperar hasta 1848 para estrenar la primera vía ferroviaria, la que conectaba Barcelona con Mataró. La estrategia era unir núcleos urbanos de peso con puntos industriales, ciudades históricas entre sí (Madrid-Aranjuez), ciudades con haciendas mineras (Ponferrada-Villablino) y ciudades con puertos relevantes como la línea entre Jerez de la Frontera y Puerto Real, para exportar desde el Puerto del Trocadero los emblemáticos vinos de la región al Reino Unido.
La siguiente innovación viaria que se produjo en España a principios del siglo XX fue la fabricación de primitivos automóviles de combustión interna que transitaban por carreteras, caminos y sendas asfaltadas o adoquinadas. En la Peninsular Ibérica se rehabilitó el trazado de las antiguas calzadas romanas y se propuso un sistema radial que consolidó en el siglo XVIII con el vertiginoso crecimiento de Madrid como centro neurálgico. La introducción de los primeros camiones superó la brecha de la tediosa orografía del país para realizar traslados por tren y automóvil ligero con avances tecnológicos que fomentaron la accesibilidad a terrenos inhóspitos y la flexibilidad. Las empresas de transporte internacional comenzaron a proliferar, algunas auspiciadas por las compañías privadas que financiaron algunas de las primeras líneas ferroviarias.
Para vislumbrar un atisbo a la aparente naturalidad de realizar un pedido, gestionar su envío y recogerlo en la comodidad de su hogar, la sociedad moderna todavía tuvo que experimentar dos revoluciones más: la optimización de los recorridos marítimos y la hegemonía del transporte aéreo.
Hasta hoy día, momento en el que miles de profesionales con trabajo de chófer de camión que trabajan en empresas de transporte de mercancías ponen toda su experiencia y profesionalidad al servicio de una sociedad que, desde casa, ‘a un clic de distancia’ reciben lo antes posible casi cualquier producto que deseen o necesiten adquirir.